Elon Musk ha mostrado un Tesla al primer ministro de China dentro del recinto amurallado de liderazgo de Beijing y cenó con Donald Trump en Mar-a-Lago.
Si hay alguien con las conexiones para resolver las cosas entre las dos superpotencias enemistadas del mundo, podría ser Musk, o al menos eso es lo que muchos en Beijing esperan.
Los líderes chinos tienen cierta influencia sobre el director ejecutivo de Tesla, quien ha invertido miles de millones de dólares en inversiones en Shanghai. Ha dicho que los líderes chinos "realmente parecen preocuparse mucho por el bienestar de la gente". Esto contrasta con los muchos halcones de China en la órbita de Trump, incluido el nominado a secretario del Tesoro Scott Bessent, quien recientemente llamó a Beijing un "régimen despótico" que necesita ser golpeado con altos aranceles para proteger los empleos estadounidenses. En China, Musk es un símbolo del sueño americano y del poder tecnológico de EE. UU. Incluso la madre de Musk, Maye Musk, de 76 años, tiene estatus de celebridad.
"Dado su inversión en China y también dadas sus relaciones con los líderes chinos, la gente realmente espera que pueda desempeñar un papel constructivo en la segunda administración de Trump", dijo Wu Xinbo, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad de Fudan.
Las incertidumbres que rodean la idea son muchas, comenzando por si Musk estaría interesado en actuar…
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